jueves

Decadencia

La primera condición para una decadencia es que la mayoría, las
personas más egoístas y cómodas, aquellas que nunca harían nada por
nada, esas, crean firmemente que no hay decadencia alguna en la
sociedad, es más, crean que están `en el mejor de mundos posibles´,
como diría Voltaire en boca de `Candide´. Y la segunda condición es
que las personas que ocupan mayores cargos, los dirigentes, aquellos
que tienen los medios de control de la sociedad también nieguen
totalmente, al menos en público, que exista la menor decadencia, es
más, que crean que el futuro será siempre mejor y solucionará los
problemas que no han solucionado en las últimas décadas ellos,
usando el mismo sistema que hasta ahora no han funcionado.... eso
que se llama `progresismo´.
Ni el pueblo ruin y borracho de la Roma decadente, ni los emperadores
y senadores corruptos y adinerados, repletos de esclavos y vacíos de
virtudes, creían en la decadencia incluso cuando era ya un hecho
manifiesto.
Y es que el necio no cambia porque no sabe que es necio, y el malvado
no cambia porque no sabría dejar de serlo. Así las decadencias son
siempre una cabalgata de necios dirigidos por malvados.... todos
corriendo alegremente hacia el desastre, unos por estupidez y
comodidad, y otros por ambición egoísta del presente y desprecio del
futuro. Unos creen que `ya lo arreglarán´ y otros `después de mi el
diluvio´.
La Iglesia se pudre en decadencia mientras los fieles van a misa como
si nada pasara y los obispos pactan y comen en la misma mesa en la
que los masones y laicistas cavan la ruina de la religiosidad.
Ese pacto infernal entre las masas y los malvados es el signo de los
tiempos, lo ha sido siempre.
Por eso el combate contra la decadencia es siempre un combate contra
el signo del tiempo, es y ha sido en todo momento un combate heroico
contra arriba y abajo.

EL GRAN ESTILO COMO TERMÓMETRO DE DECADENCIA.

"Los pueblos modernos de Europa son rebaños de siervos. La
ciudadanía es una capitidisminución máxima. El régimen
democrático con su opresión sistemática y creciente nos ha
enraizado ya en el alma el sentimiento de la opresión, hasta el
punto de que va convirtiéndose en un temor enorme, en el que
todo nos parece inconveniente y subversivo; así nos aplana,
nos embrutece, nos disminuye, y de aquí la degradación, el
rebajamiento de los caracteres, la decadencia progresiva, la
mediocridad en todo, la lenta degradación de todos los valores
culturales..."
"Las Tinieblas de Occidente", Vicente Risco

Para detectar la enfermedad de la decadencia no hay nada mejor que
analizar en que estado se encuentra el Gran Estilo, o sea como ve la
sociedad los actos de estilo digno, hechos singulares de heroísmo o
sacrificio, actos que muestran una entereza humana profunda, una
sensibilidad excelsa y elegante, una alta consideración de lo humano,
allí donde el comportamiento se hace honorable en extremo, ese Gran
Estilo que distingue la Calidad humana. Ver donde el Arte es sensible,
donde la generosidad florece y la respuesta a la grosería es la
dignidad.
En la sociedad llamada `occidental´ actual, mejor sería llamarla
mercantil y sionista, podemos ver que todo aquello que se muestra al
gran público es bajo y cutre, y aquello que podría reflejar en Gran Estilo
es despreciado como `antidemocrático´, `extremista´, `no dialogante´,
`elitista´, etc...
Hay a nivel de personas anónimas grandes hechos y heroicos
comportamientos, seriedad y Estilo, pero todo ello se mantiene en el
entorno privado, quedando para lo público la grosería más repulsiva, la
vulgaridad, lo grotesco y chabacano, todo aquello que agrada a las
masas más rebajadas y a la gente de gusto más grosero.
Ya no tiene sentido pedir la `palabra de Honor´, ni fiarse de una
respuesta honorable, no hay lugar para la vergüenza ante el deshonor
o la deuda impagada, no hay comportamientos nobles aunque sean a
costa de perder cargos o prebendas, no hay ya rebeldes por lo alto sino
por lo bajo. O sea, actualmente cuando alguien nos dice que es un
rebelde suele significar que es aun más repulsivo, con gustos más
repugnantes y bajo que lo que la sociedad admite, es la rebeldía por lo
bajo. El rebelde que se jacta de ser transexual, drogadicto o partidario
del más completo libertinaje. Lo que no hay es el Rebelde de antes, el
que lo era porque consideraba a la sociedad ruin y rebajada y su
rebeldía era contra la miseria del que dirán social frente a una
conducta extravagante por lo noble y radical. Quevedo o Drieu la
Rochelle, por poner dos ejemplos, Unamuno o Catón.... los que
preferían la muerte o el destierro a ceder su ética. Ahora el perseguido
pide recompensa o compensación económica, antes solo quería su
Honor.
Ya no hay grandeza ni en la conducta ni en el Arte, y solo queda esa
personalidad fuerte en individuos aislados sin repercusión social.
La prensa es el patíbulo de lo grande y el vocero de lo mínimo, todo lo
que sale en los medios de masas es ínfimo y gente rebajada y
semianimalesca (con gran perdón para los nobles animales).
"Pero la más terrible experiencia del Kali-Yuga occidental es la que se
obtiene examinando la psicología del europeo moderno, del homo
urbanos típico. Se vé como las personalidades se pierden en el
funcionarismo social, como se secan los corazones y se estrechan los
cerebros, como se pierde la sensibilidad para las grandes ideas y las
grandes pasiones. El filisteísmo, la cobardía, la falta de sinceridad y de
voluntad, la mala conciencia, se han adueñado de todas las almas, y
los pocos espíritus vigorosos fracasan ante la hostilidad del medio.
El europeo es un hombre miserable física y espiritualmente,
degenerado en la vida ciudadana, como los animales degenerados en
la domesticidad.

Así la vida se ha empequeñecido, se ha hecho mezquina y cobarde,
hipócrita, taimada, sin ideal. Así el tono general de la civilización
europea es la bajeza".
Esta descripción exacta es de Risco, hace ya muchos años, y
seguramente si hubiera conocido el mundo actual ni siquiera se
hubiera molestado en criticarlo, pues no hubiera podido concebir el
grado de bajeza al que hemos llegado ahora.
Hace poco un tribunal suizo ha condenado al dirigente de la asociación
de protección animal Erwin Kessler por `discriminación racial´ al
condenar el crimen ritual contra animales de los judíos y musulmanes.
Kessler es uno de esos individuos aislados, anónimos, jamás mostrados
sino en condenas, que pone por delante su compasión por los
animales, su amor a lo digno, a su comodidad o interés... y pese a que
su intención era solo salvar a pobres animales de unas muertes
horribles y dolorosas, lo único que logra es condenas y ataques.
Vivimos en una sociedad decadente, el termómetro del Gran Estilo lo
marca sin duda, y estamos llegando a lo más bajo
.